Carla le contó que aprendió pensando en las tortugas. Las tortugas siempre esconden su cabeza cuando se sienten asustadas o con vergüenza, así que María le explicó que ella comenzó a hacer lo mismo… bueno, lo mismo no, pero muy parecido porque, claro, ella no tenía caparazón como las tortugas…
«Mira Carla, yo empecé a llegar a clase y a sentir que mi mesa, el sitio en el que me sentaba, era mi caparazón, así que ahí me comencé a sentir muy segura. Para ello, al llegar a clase, nada más comenzar la clase, respiraba muy profundo tres veces (inspirando por la nariz y expirando por la boca y muy despacito…) y ya me sentía muy segura. Después me marcaba unas cuantas frases para decir todos los días. Las primeras que me elegí para decir en clase fueron: 🔵 🔵 🔵 y me propuse decirlas todos los días en clase. Cuando comencé a decirlas fue genial. Todos se ponían muy contentos cada vez que hablaba y cada vez que participaba o decía algo en clase. ¡Era genial!. Además, fue ¡Tan fácil! ¿Por qué no lo pruebas tú también, Carla? Seguro que lo haces fenomenal.