Flecha era un niño de 10 años. Era originario de una pequeña tribu llamada Dowayos, de la región de Camerún. En su tribu, le daban mucho valor a los fenómenos naturales como la lluvia, el fuego, las estrellas…
Flecha hizo un largo viaje hasta llegar a una ciudad al norte de España.

Nada más llegar, se sintió atraído por todas las cosas que estaba viendo por primera vez. Nunca había visto fuentes, campos de fútbol del tamaño de los que allí podía estar viendo. Se sorprendía mucho al ver tantos y tantos coches… Esta entre asustado y sorprendido. ¡Tantas cosas nuevas le hacían tener muchas ganas de descubrirlas, pero a su vez, el miedo a lo desconocido se apoderaba de él en algunos momentos.

Una de las primeras noches que pasó en esta nueva ciudad, vio en el cielo la luna llena. Se trataba de una luna enorme y muy, muy blanca.
En su tribu, acostumbraban a encender grandes fuegos en las noches de luna de llena. Flecha era algo joven para saber bien por qué hacían ese pequeño ritual, no obstante, pensó que podría ser una buena idea hacer lo mismo. Así que decidió coger dos piedras y algunas rámas de árboles. Flecha no había estado cerca del fuego nunca, sólo lo había visto de lejos. Ni siquiera conocía al fuego como fuego, pues en su tribu, cuando querían hablar de fuego se referían a él como «Motu» en honor a una antigua leyenda del Congo. Flecha no sabía nada del fuego: no conocía su nombre, no conocía sus propiedades, pues no sabía que quemaba ni para qué servía. Sólo lo conocía por lo que había visto hacer a sus gentes en su tribu.
¡Me quemo!
Flecha comenzó a organizar una pequeña hoguera, aunque no sabía muy bien para qué. Él lo había visto hacer siempre así, como él estaba haciendo. De pronto, un niño que estaba por allí, se quedó algo sorprendido al verle con el fuego:
– «Pero… ¿qué estás haciendo? No deberías jugar con fuego… ¡Puedes quemarte!
Pero Flecha, con cara de asombro le miró y le digo:
– «Te invito a que te quedes conmigo».
Claro, Flecha no sabía que eso que estaba haciendo se llamaba fuego.
El otro niño se quedó observando, con algo de miedo y un poco de incertidumbre.
De pronto Flecha, que ya había logrado encender un pequeño fuego, comenzó a poner una cara extraña…
– «¿Te estás quemando? – Preguntó el otro niño con cara de preocupación.
Flecha tenía una mano encima del fuego.
– «¡Me duele, me duele… ¿qué hago para dejar de tener dolor?».
El otro niño comenzó a explicarle que debía quitar la mano del fuego, pero claro, Flecha no sabía que se llamaba así, ya que siempre se había referido a él como Motu, no como fuego.
AYUDA A FLECHA A DEJAR DE QUEMARSE
Tarea 1:
Elabora una serie de instrucciones en positivo que podrías dar a flecha para que dejara de quemarse.
Tarea 2:
Elabora una serie de instrucciones en negativo que podrías ofrecer a felcha para que retirara la mano del fuego.
Ten en cuenta:
Recuerda que Flecha no conoce la palabra fuego, por lo que esa palabra no puedes usarla en ningún momento en tus instrucciones, además, no sabes que en su tribu le llaman Motu al fuego, por lo que no podrás usarla tampoco.
EL PODER DE NUESTRAS CREENCIAS
Una vez que se logró que flecha dejara de quemarse, fueron al médico, para que revisaran su mano, que se encontraba un poco dañada después de haberse quemado. El Médico fue muy amable con él y le dijo que no tenía que preocuparse, pero que tuviera más cuidado, ya que podría haberse llevado un buen susto. El otro niño, que le había acompañado, le digo:
-«Es que yo no sé para qué estabas encendiendo fuego…»
El Médico le miro y le comentó que las personas tienen costumbres y creencias y que hacen muchas cosas en base a ellas.
PARA PENSAR:
Y tú… ¿tienes también creencias y costumbres en base a las que actúas?.