Carla era una niña de 7 años de edad, de color de pelo castaño y a la que le gustaban mucho los animales, en especial las tortugas. Carla iba a un Colegio que le gustaba mucho y donde se lo pasaba bien con sus compañeros de clase. Su mejor amiga se llamaba María, y con ella jugaba a muchas cosas, pero le encantaba jugar a los Médicos y también le gustaba mucho jugar a correr con el resto de compañeros de clase.
Cuando comenzó el curso, Carla ya estaba en segundo curso de Primaria, descubrió que se sentía un poco extraña cuando estaba en clase.
Un día fue a decir algo a su profesora y descubrió que todo el mundo estaba mirándola y de pronto, no se atrevió a hablar.
Le daba muchísimas vergüenza 🔴. De pronto, Carla no se sentía bien cuando pensaba en hablar…
Pasaron varios días y Carla seguía sintiéndose un poco mal cuando pensaba en hablar en clase y al final… no lo hacía nunca. Sus profesoras se preguntaban «¿Cómo será su voz?, seguro que es preciosa y no nos la enseña…».
Carla quería hablar pero, no sabía como podría hacer para ello. De pronto, un día, una amiga suya, María, le dijo: «¿Tú sabes que a mí me pasaba antes lo mismo que a ti? Me daba mucha vergüenza hablar y sentía que todo el mundo me miraba. ¿Quieres que te enseñe cómo hice yo para poder hablar bien en clase y en otros sitios dónde me daba vergüenza? 🔴 Carla se puso muy, muy contenta y comenzó a explicarle los motivos por los que ella quería hablar en clase y en otros sitios donde no hablaba, viendo las cosas buenas de hablar, y todas las cosas que se perdía si no lo hacía 🔵.
Carla le contó que aprendió pensando en las tortugas. Las tortugas siempre esconden su cabeza cuando se sienten asustadas o con vergüenza, así que María le explicó que ella comenzó a hacer lo mismo… bueno, lo mismo no, pero muy parecido porque, claro, ella no tenía caparazón como las tortugas…
«Mira Carla, yo empecé a llegar a clase y a sentir que mi mesa, el sitio en el que me sentaba, era mi caparazón, así que ahí me comencé a sentir muy segura. Para ello, al llegar a clase, nada más comenzar la clase, respiraba muy profundo tres veces (inspirando por la nariz y expirando por la boca y muy despacito…) y ya me sentía muy segura. Después me marcaba unas cuantas frases para decir todos los días. Las primeras que me elegí para decir en clase fueron: 🔵 🔵 🔵 y me propuse decirlas todos los días en clase. Cuando comencé a decirlas fue genial. Todos se ponían muy contentos cada vez que hablaba y cada vez que participaba o decía algo en clase. ¡Era genial!. Además, fue ¡Tan fácil! ¿Por qué no lo pruebas tú también, Carla? Seguro que lo haces fenomenal.